EL CASTILLO MEDIEVAL Y SUS PARTES (INTRODUCCIÓN A LA CASTELLOLOGÍA MEDIEVAL)


Los castillos medievales (video) fueron la residencia de los señores feudales y el símbolo de su poder militar. Son numerosos los ejemplos de grandes fortalezas de la Edad Media que conservamos en España.
En un contexto feudal con una fuerte atomización del poder político y una sociedad y una cultura fuertemente condicionada por la presencia de actos violentos no regulados, el castillo constituyó un elemento esencial del paisaje europeo durante la Plena y Baja edad media. Durante quinientos años (siglos X al XV) fue el elemento material dominante en Europa occidental. Era el símbolo del poder militar de los señores feudales y las Órdenes militares pero también de los reyes que, conforme incrementaron su poder, aumentaron su control sobre el territorio y sus fronteras consolidando una densa red de castillos reales.
El castillo tenía una evidente función defensiva, garantizando un espacio seguro que resultaba muy difícil conquistar ( las técnicas de conquista de fortalezas en la Edad Media fueron muy diversas y podemos estudiarlas en este enlace ). Pero la fortaleza medieval tenía también carácter ofensivo y podía constituir una base de operaciones contra el exterior y, por tanto, también estaba hecho para atacar. Un ejemplo de ello fueron la consolidación del dominio normando de Inglaterra después de la batalla de Hastings en el siglo XI o la conquista de Gales por Eduardo I  en el siglo XIII.
En Europa los castillos comenzaron siendo de madera (fortificación de Mota y Bailey), ya que el uso de la piedra no se hizo frecuente hasta el siglo XI y sólo se hizo predominante en la centuria siguiente.
El castillo de piedra clásico tenía una serie de elementos que podían variar según épocas y zonas geográficas. A analizar estos elementos vamos a dedicar esta entrada del blog. Sobre este tema aplicado a un caso concreto ya hemos trabajado con anterioridad cuando analizamos las características del magnífico castillo bajomedieval de Turégano ).

Un elemento simbólico del castillo era la torre del homenaje, torre principal, teórica residencia del señor y último lugar de defensa en caso de asedio. Esta torre era conocida como macho (Castilla), keep (Inglaterra) o donjon (Francia). En Inglaterra surgió el Gate House, que consistía en la acumulación en la puerta principal del castillo del principal elemento defensivo del castillo, es decir, lo que en otros castillos constituía la torre del homenaje.
Si la torre tenía sobre ella una más pequeña era conocida como torre caballera. Si ésta se reducía a una pequeña torrecita esquinada con función de vigilancia se conocía como torre vigía o escaragüaita. A veces la torre principal se reforzaba con garitones  y  torres esquineras.
La tipología de torres era muy diversa. Las torres de los castillos y murallas podían ser según su forma cuadradas, redondas (cubos), poligonales, triangulares o pentagonales en proa, polilobuladas, etc. También podían ser macizas o huecas. Además, según su disposición en la muralla se podía distinguir entre torre exenta (sobresale del muro), inserta (embutida en el muro), albarrana (separada del muro y unida a ella por un lienzo de muralla, un puente de madera o un arco) o coracha (aún más adelantada a la muralla que la albarrana). En ocasiones las torres presentaban una base más ancha que las hacía menos vulnerables (torres abiertas) y para evitar el minado surgieron también las torres con alambores, dotadas de cuatro espolones. Si se sitúan en las esquinas de una torre principal o del recinto fortificado se denominaban torres esquineras y si no constituían una torre entera eran medias torres.
Habitualmente la comunicación entre los distintos pisos de una torre se hacía con escaleras de caracol, que apenas ocupaban espacio.



Las distintas innovaciones que fueron apareciendo a lo largo de los siglos medievales pretendían tres objetivos: que los atacantes no se pegaran al muro, evitar el minado y reducir la eficacia del lanzamiento de proyectiles. En ese sentido se hizo frecuente el atalutado del muro o la creación de un gran foso con o sin agua. Con el tiempo el foso o cava se complicó con la aparición de la escarpa y la contraescarpa. Para sortear el foso se requirió la creación de puentes que, en ocasiones eran de piedra pero frecuentemente eran puentes levadizos de madera. La puerta se reforzaba también con un rastrillo o peine (puerta de hierro en forma de damero) y con un matacán o balcón defensivo. Este elemento era muy frecuente y se usaba para proteger las puertas y otras zonas especialmente vulnerables permitiendo un completo control de la vertical. Los matacanes, que podían ser de madera (cadalsos) o de piedra (matacanes o ladroneras), a veces eran corridos y se disponían a lo largo de un amplio tramo de muralla. Otro elemento de control de la vertical muy empleado eran las bueras o buhoneras, grandes huecos hechos sobre la puerta para dificultar el acceso enemigo.
De influencia musulmana y bizantina eran las puertas en recodo, frecuentes en la Península Ibérica. Fortificaban la puerta principal y desorientaban al enemigo con su forma esquinada a modo de codo. En otras ocasiones, sobre todo hacia el siglo XIV y en el norte y centro de Europa, se protegía la puerta principal con una especie de pequeña fortaleza adelantada que conocemos como barbacana o revellín. En la Península Ibérica su uso fue raro, prefiriéndose la colocación de un muro protector ante la puerta conocido como antemural o acítara.
La mayoría de los castillos tenían una poterna o pequeña puerta secundaria, generalmente en lugar poco visible y dedicada exclusivamente al paso del peonaje.
Sobre la puerta principal o en un lugar visible de la torre del homenaje solía situarse el escudo de señor propietario o, en su caso, del rey o la orden militar dueña del castillo. 

Castillo fronterizo portugués de Marvao (distrito de Portalegre)

Castillo de Sabugal (Portugal, distrito de Guarda)

Castillo de Berlanga del Duero (Soria)


La muralla y las torres se protegían con almenas o merlones y, a veces, entre ellas se situaban parapetos de madera conocidos como manteletes. Torres y murallas sustituían las ventanas por pequeños vanos defensivos estrechos y alargados desde los que lanzar con seguridad proyectiles y conocidos como saeteras o aspilleras. Solían tener abocinamiento interior y aparecían también en merlones y matacanes. Con el nacimiento de la artillería pirobalística surgieron las troneras, que tenían diversa forma: de palo y orbe, de cruz y orbe o de buzón.
El tramo de muralla entre dos torres se denomina cortina o paño y estaba recorrido por un estrecho pasillo superior llamado adarve o camino de ronda.
La muralla, en ocasiones protegida por un talud, podía presentar otra más baja delante para proteger toda o parte de la muralla principal que se conocía como antemuralla o falsabraga. No es raro encontrar el término barbacana, definido anteriormente, utilizado también como sinónimo de falsabraga. Así pues, aunque barbacana en sentido estricto se refiere a una área forticada que protege la puerta, también puede extenderse a una segunda forticación más baja que protege parte o toda la muralla. Por otro lado, los castillos y murallas urbanas podían presentar varios recintos defensivos, en ocasiones hasta tres.

Castillo de Montemayor del Río (Salamanca)

Castillo de la ciudad de Beja (Portugal)

Castillo de Turégano (Segovia)

Un espacio esencial era el patio de armas, que articulaba todos los elementos del castillo y organizaba su vida interior. En el patio solían existir numerosas construcciones poco sólidas de madera o adobe como caballerizas, herrería, viviendas para artesanos, sirvientes o soldados, etc. Por otro lado, en él solía situarse un pozo o, en su caso, un aljibe o cisterna (depósito de agua), con frecuencia subterráneo y abovedado. En ocasiones también la torre del homenaje contaba con su propio aljibe para permitirle autonomía defensiva. El aljibe era esencial para permitir una larga resistencia en caso de asedio. En el patio o en una torre también se habilitaba un espacio como cárcel o mazmorra. Los patios de armas estaban en ocasiones compartimentados por una muralla interior o muralla diafragma que dificultaba la toma del castillo y su patio y favorecía su caída escalonada y la resistencia en etapas frente al enemigo.


Castillo de Coca (Segovia)



 A veces el castillo se reducía a una simple torre protegida por un muro bajo de unos metros de altura con o sin camino de ronda y que se conoce como camisa. Si se trataba de una pequeña torre vigía, situada en un lugar estratégico con buena visión, estaríamos hablando de una torre almenara, que generalmente dependía de un castillo principal relativamente cercano.
Desde el siglo XIV y, sobretodo, desde el XV, el castillo sufre una paulatina transformación volviéndose menos austero e introduciendo mejoras en su habitabilidad y su decoración exterior. Este castillo-palacio bajomedieval incluía salas acondicionadas con grandes chimeneas y numerosos miradores, patios ajardinados e incluso rudimentarios sistemas de calefacción y conducción de agua.


Buena parte de los elementos del castillo que hemos trabajado en esta entrada del blog pueden estudiarse también a través de esta sencilla presentación.
Blog didáctico de Juan Carlos Doncel Domínguez (IES Norba Caesarina, Cáceres)